No pienses en el iPhone 19/05/2022

La semana pasada se intentó cuestionar mi “congruencia política e ideológica” por la difusión de una fotografía en la que estaba en un local comercial de la Ciudad de México sosteniendo mi celular.

De las cuentas derechistas en redes sociales y de la oposición tóxica no sorprende, pero que algunos medios lo hayan tomado como una nota, asusta por la relevancia y la falta de interés periodístico en el asunto.

Resulta que, ante las miradas y las acusaciones, ya no soy de izquierda por ocupar un iPhone y no puedo respaldar las conquistas de la Revolución Cubana ni hablar del bloqueo comercial contra la isla, condenado desde hace años. por la mayoría de las naciones del mundo. y varias organizaciones de derechos humanos, como la ONU, solo porque me vieron en una tienda.

Primero, disculpe mi humildad, pero es un orgullo saber que los que tanto daño han hecho a México y se oponen a la transformación no tienen nada serio para “cuestionarme”; No cuestionan mis ideas ni mis posiciones, prestan atención a nimiedades e irrelevancias, como mi peso o maximizan temas para provocar un «linchamiento».

Se intentó construir la narrativa de que encontrarme en esa tienda significaba alejarme de la “austeridad republicana” que profesábamos en la Cuarta Transformación y casi me piden que no use celular y que me comunique a martillo y cincel para enfrentarse al neoliberalismo.

Detrás de este intento está la máxima expresión de un derecho que excluye, pues en su concepción, la mayoría de las personas no pueden tener acceso a cosas que consideran “exclusivas” de una clase social a la que quieren, pretenden o pertenecen.

En cambio, desde nuestra concepción, construimos una sociedad donde todos tengan las condiciones para acceder a la cobertura de necesidades vitales y cotidianas, por supuesto, de derechos y servicios, pero también de una herramienta de comunicación, de trabajo o de placer, como es el celular.

Sin embargo, esto no es casualidad ni un caso aislado, ya son varias las veces que personajes de la 4T han sido cuestionados por tener un iPhone o por comer en determinados lugares.

Estas voces desvían la atención y generan narrativas para que no recordemos cómo han sido las cosas antes. Hablar de austeridad en un país donde la clase política ha vivido bajo privilegios y gratificaciones a costa del malestar de la mayoría es hablar de justicia.

Hablar de austeridad republicana no es pensar que los representantes populares visten harapos, no comen y se aíslan del sistema económico. Decir que ser de izquierdas significa no ocupar un iPhone también es una falacia, un disparate.

Lo que hay que cuestionar a cualquier persona pública que tenga potestad para administrar recursos es qué hace con el dinero del pueblo —y si me insisten, ¿qué ha hecho con nuestro dinero la clase política que gobernó durante 80 años? Es allí donde se ha propuesto un gasto eficiente al servicio de la mayoría y no un servicio derrochador.

En ese sentido, no pienses en el iPhone que te dicen que compré, piensa en cuánto dinero ha habido en este país y para qué se ha utilizado, ¿desviado o robado?

Piensa que si en tiempos de austeridad republicana basta con atender a los ancianos, estudiantes, discapacitados, construir caminos, rehabilitar hospitales, comprar medicinas, vacunar a toda la población, construir un nuevo aeropuerto, el Tren Maya, el tren interoceánico, comprar una refinería en Texas, construir una nueva, subsidiar la gasolina para evitar explosiones de gasolina, cuidar el campo, basicizar el personal de salud, ayudar a los gobernadores a terminar sus obras y más, sin deudas y sin subir impuestos, por qué en 80 años del PRIAN ¿No vio nuestro dinero usado y bien administrado?